«No te tomes la vida demasiado en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.»
«El que tenga miedo a morir que no nazca.»
Esas y otras frases absurdas, son algunas de las que me levantan el ánimo y me empujan día a día para seguir desarrollando mi escritura.
Sin duda puede leerse extraño. ¿Por qué alguien que ha leído ilustres filósofos, grandes maestros/as de la literatura ficcional, divulgadores científicos, poetas, ensayistas, y hasta grandes textos de índole espiritual, tomaría más en cuenta unas pocas frases memeras sacadas del recóndito y oscuro mundo de las redes sociales… que de los textos más poderosos y aclamados de la humanidad?
¿Es acaso una tontería para mantener la cordura día a día? Como bien se dice: Reír para no llorar.
En realidad, no necesito sobrepensarlo —y eso que me gusta sobrepensar. Porque sé que no es indiferencia, cinismo e ironía, ni a mi vida, ni a mi propósito de vida, y obviamente no es menosprecio a mi sueño profesional.
¿Qué si necesito dinero? ¡Claro! Hasta donde tengo idea, la mayoría de las personas en el mundo necesitamos dinero para subsistir (porque de que existimos, con y sin dinero lo hacemos). Entonces, ¿por qué parecería que no tomo tan en serio esta parte que implica vender(se)? No creo que se trate de eso, si realmente quisiera, con corazón malvado me aplico en las grandes artes de la manipulación comercial para sólo vaciar el bolsillo ajeno (aunque esto no es un juicio puritano, ni mucho menos). Mi punto es que quiero escribir y vender, sin duda, pero quiero hacerlo desde el ámbito más sincero, no sólo por mí, sino también por quién me quiera comprar (leer).
Entonces eso no sólo implica respetar a mis lectores, sino también respetarme mucho a mí como escritora. Ahora bien, dicha actitud tan relajada ¿me aleja de ignorar la realidad? ¡En absoluto! De hecho, conozco tan bien mi realidad que puedo escribirla, entre el horror y la belleza: la vida.
Pero hay que concentrarse en el perfil profesional de escritora. Me cuesta describirme sin poder expresarme en el molde esperado. ¡No, no se trata de ser única y detergente! (o tal vez no tanto, ja).
A mí me gusta escribir.
Más que vender, más que acaparar la atención con locura, a mí me gusta escribir. Y para ser sincera tengo un fuerte gusto por la ficción especulativa, y a veces poemas o ensayos más emocionales que racionales (según quién lo lea, claro está).
La belleza que hay en poder construir con palabras textos, y con ello crear, destruir y descubrir mundos, reflexiones y sentimientos.
En realidad, encontrarme en el silencio misterioso y perfecto que los escritores construyen en sí mismos, no ha sido mi mejor opción. No tomo café —es que no me gusta, mi clima preferido es el calor, soy una orgullosa serpiente (?)… y afortunadamente no he tenido que vivir un desasosiego en una relación fallida, no fumo y de hecho lo aborrezco (¡Pero sin juicio!), sólo disfruto del aire fresco —en lo que el mundo moderno lo permite— de la naturaleza.
Y hablando de naturaleza, he crecido rodeada de ella, en medio del bosque, entre árboles, aves, reptiles, todo tipo de animales, climas cambiantes y noches estrelladas tan hermosas. Nunca tuve que escapar de una ciudad (con la única excepción de tener que ir a hacer mandados en ella). Ante dicho privilegio (porque lo considero así), forme una sensibilidad profunda. Eso formo en mí una inevitable mirada simbólica en el mismísimo existir, que de hecho siempre me cuesta explicar. Tal vez en mis textos alcanzo el punto exacto de “medio” plasmarlo.
Me gusta ver magia hasta en las sombras al caminar. Y para ser sincera, es gracias a esa sensibilidad que nunca he sufrido de falta de ideas, mucho menos he tenido falta de inspiración. Mi cabeza es una máquina activa día y noche sin remedio, que en vez de aprender a mirar con miedo la hoja en blanco, tuve que aprender a llenarla con calma… y paciencia. ¡Para no abrumar a las hojas entre tantas palabras!
Hace poco, mientras probaba la tinta que le cambié a mi máquina de escribir, mi madre me señaló algo que probablemente sabía pero no lo había tomado en cuenta:
—No usas márgenes —señaló—. Llenas las hojas con muchísimo texto.
Y es que admito que escribir a mano o a máquina de escribir no termina en un diseño bonito, para ser sincera, se ve feo, compacto y muy lleno.
—Lo sé —le respondí mientras sonreía viendo mis dedos manchados de tina—. Es sólo que no puedo evitarlo, cada vez que me gana la inspiración, sólo me dedico a escribir.
Mire con curiosidad la hoja en donde había probado la tinta, el único margen (lamentable) era el de la parte izquierda, todo lo demás estaba desordenado. Sonreí con ternura y no pude evitar carcajearme, mientras le explicaba a mi madre la maravillosa utilidad del timbre de la máquina de escribir que avisaba del límite impuesto:
—Cada vez que entro en ese estado… — sonreí—, olvido que estoy escribiendo, pero el “Tin” de la máquina me lo recuerda y entonces recuerdo bajar el renglón.
¡Qué ironía, qué ironía! Es más conveniente para mi escribir en el computador… pero lástima de mí que me inspiro mejor en lo analógico, “doble trabajo” dice mi madre, pero extrañamente a mí me encanta.
Tengo muchos borradores, llenos de absurdos, algunos hechos medio bien, otros, no tanto, pero sin importar qué, hay una crítica interna que siempre espera para señalarme errores y fallos en ellos. Esperando desanimarme hasta el fondo del fracaso y el autodesprecio, extrañamente con un humor sarcástico pero tierno.
(¡Hace poco me dijo que una orca podía ser una bestseller o una Nobel y yo no!)
¡Pero la maravilla es que mi mente es multivocal! (¡Lo juro, no estoy loca! Creo…) Porque además de esa vocecita tan dramática y exigente, existe una voz zen, mi amiga la disidente pacifista… esa vocecita tan indulgente que me dice:
—¡Oh, vamos belleza! Si en esta vida no te diviertes al leer y escribir, ¿entonces en cuál, en dónde, cuándo?
Y me gusta así… el escribir con esa extraña filosofía.
Hacerlo divertido.
Por ejemplo, yo hago dos tipos de borradores en crudo. El irreverente y el rimbombante, que sin duda se irán al desagüe ♡ en la edición, ¡pero cómo me divierto en el proceso!
Un burdo ejemplo:
Borrador uno, irreverente: Rosita iba caminado pues… en el camino que caminaba ¡Duh! Y vio una cosa y dijo: ¡Ah no manches, es una cosa!
Sobre todo cuando tengo mucha prisa en escribir una idea, sin duda es mi mini resumen ideal ¡Ja, ja! ♡
Luego sigue el borrador dos, rimbombante: Rosa caminaba lentamente en la terracería que habría sido su lugar de juego en la infancia. Años de no verlo, desconocía los cambios y los nuevos senderos. Mientras andaba distraída entre risas mentales lejanas, divisó una roca de forma extraña enterrada en el camino.
La roca era demasiado notoria, discordante a tal grado que no pudo evitar vociferar con asombro:
—¿Cómo ha llegado tal roca a este lugar!
Obviamente es un ejemplo simplificado, la edición pulcra vendría después con ojos más críticos y algunos ajenos.
Escribo para mí, sin duda, pero también deseo conocer a mis lectores, yo a ellos los respeto, queriendo entregarles algo bello, simple en su complejidad, profundo en su superficie, entregar algo que simplemente pueda complementar…
Y no sólo desde lo intelectual, sino también lo emocional. ¡Me gusta mucho escribir con pasión y sentimiento!
Mientras me divierto escribiendo, imagino quiénes serán los que se divertirán leyendo(me). A qué tipo de lectores y lectoras podría yo llegar. Sin duda, ya deseo conocer esa hermosa comunidad. ♡
A todo esto, al ser una persona con muchas ideas, tuve que aprender a ser paciente. Pues éstas coquetas ideas hacen fila enorme queriendo llamar mi atención, y yo, sólo puedo convencerlas para que se dejen guardar en el cajón. No es por maldad o pereza, es porque al final del día, sólo puedo escribir de una en una.
Y justo esa es la situación con mi novela debut… iba a ser una sola novela, sí, pero peco de ingenua. Descubrí que tenía que ser saga, porque mientras buscaba información resumida para autopublicar, ChatGPT dijo:
Ahora mismo, vivo expectante, nerviosa y feliz, pero no por los motivos comunes. Es porque de verdad quiero encontrar alguien con quien conectar mi propio escribir… en resumidas palabras, me considero la líder del club de fans de mis futuras novelas, y necesito alguien con quién hypear, un fandom con quién hacer fiesta.
Entonces el escribir, simplemente me nace hacerlo divertido.
Me gusta la transformación de mi persona mientras me desarrollo como escritora, por su puesto, me gusta la forma en cómo moldeé la profesión para mi forma de ser.
Entre dulces, flores, colores, música, emojis y risas sin sentido, como si jugara en la vida.
¡HAZLO DIVERTIDO!
Siempre me digo. Porque confío que en el mundo habrá raros y raras como yo, que seguro no extrañaré, porque sé que los conoceré.
En fin…
«Me dijeron que vivo en un mundo de fantasía, casi me caigo del dragón.»
━━━━━ ☾⋆⁺₊✧ Entonces cuéntame, ¿cómo vives tú el leer o el escribir? ━━━━━






